La historia se maneja en distintos períodos de la vida terrestre, comenzando con la época prehistórica, en la que se puede notar las condiciones de vida precarias de los seres más desarrollados hasta los momentos en el planeta: primates humanoides.
Se presenta a Moon-Watcher, el líder de una tribu que lucha diariamente por sobrevivir. Ya desde el comienzo, hay señales de que este personaje tiene una capacidad de pensamiento, aunque primitiva, más avanzada que la de sus compañeros, situación que se evidencia en varias escenas, cuando Moon-Watcher ve la luna por las noches, piensa a qué distancia se encontrará y las formas de poder alcanzarla y tocarla con la mano.
Esta especie de humanos arcaicos muestra una serie de características en su personalidad similares a las del humano contemporáneo, aparte del sentido de supervivencia. Entre ellos se puede notar un indicio de sentido de familia, donde los integrantes de la tribu se reúnen en un mismo lugar para descansar, van en conjunto a buscar comida, y se defienden entre ellos de los enemigos, ya sean depredadores u otras tribus de raza mono-humanoide.
Se cuenta que al momento de morir un integrante de la tribu, ya sea por inanición, asesinato por otros animales o simple vejez, sus compañeros toman su cuerpo y lo llevan a unos matorrales, donde saben que criaturas carroñeras consumirán lo que quede de su cuerpo. Esta escena llama la atención, porque pareciera ser una especie de ritual “religioso”, utilizando ese lugar en específico como una especie de cementerio.
La escena en que la tribu se consigue con el monolito, es el primer contacto, o indicios de sospecha, que el lector tiene con lo que se podría nombrar como “civilización extraterrestre”. Más allá de la comprensión que los primates humanoides puedan llegar a tener de este objeto (por más primitivo que sea dicha comprensión), cabe resaltar la importancia de esta escena, pues narra lo que pareciera ser un control de algún tipo de experimento realizado por inteligencias superiores, generando cambios imperceptibles en el comportamiento físico y mental de estas criaturas prehistóricas.
Una de las influencias que tuvo este objeto en la tribu es darles una suerte de raciocinio más avanzado, que les permitiese comprender que podían defenderse de los depredadores y demás enemigos mediante el uso de herramientas (como las piedras y los huesos), además de nuevos caminos para alimentarse, descubriendo que la carne también les es beneficiosa, y que sus períodos de hambre por la escasez habían acabado (debido a que antes sólo consumían alimentos vegetales).
Con esto se da el primer paso al desarrollo evolutivo del ser humano. Y luego, se da un salto abismal de tres millones de años después, hacia el año 1999. El cambio que se da de un pasado prehistórico a un futuro tecnológico avanzado es un tanto brusco. Escenas de la historia conocida han ocurrido, y llegamos a una época donde los avances científicos son lo primordial, notando el intenso interés de este más desarrollado ser humano de descubrir y alcanzar nuevos logros. Bastante se había alcanzado: el ser humano había realizado viajes al espacio, orbitado alrededor de la Tierra, y construido bases espaciales en la Luna.
Es cuando se introduce al doctor Heywood Floyd, un astrofísico que es solicitado en una estación en la Luna, para discutir un tema por los momentos confidencial, pero notablemente importante para las agencias de aeronáutica norteamericanas.
Una vez en la Luna, Floyd conoce a la hija del director de la base: una niña de cuatro años, pero que pareciera tener al menos ocho, consecuencia de la baja gravedad del satélite natural comparado a su planeta madre. Al observarla, el astrofísico hace una reflexión de importancia, analizando la actitud de la niña hacia el planeta Tierra, denotándolo como un lugar desagradable y llena de gente, un lugar al que nunca le gustaría ir. Con esto, Floyd comprende que, a medida que el hombre se vaya esparciendo por el Sistema Solar, las nuevas generaciones que llegaran a nacer sentirían repulsión hacia el planeta origen de su especie, pues ya no sería el único lugar donde el ser humano pudiese vivir. Ya la Tierra no era indispensable: la vida humana podía seguir manteniéndose en otros planetas.
En la escena en que Floyd inspecciona el monolito encontrado en la Luna, se da un acontecimiento interesante. El objeto encontrado data de más de tres millones de años de existencia, afirmación que genera intriga en los científicos que lo estudian. Pero algo más ocurre. Al momento en que el sol toca el monolito, se activa una especie de alarma que aturde a todos los presentes. Desconociendo el motivo, los investigadores lograron determinar que la señal del monolito fue enviada a una de las lunas del planeta Saturno.
Dos años después, la nave espacial Descubrimiento parte a una misión, la cual consiste en ir a explorar las lunas y los anillos de Saturno. A bordo van cinco personajes, de los cuales tres tienen la mayor relevancia: los astronautas David Bowman y Frank Poole, y el programa computarizado Hal 9000. (El resto de los personajes a bordo no son importantes, ya que se encuentran en estado de hibernación dentro de la nave, por lo cual no intervienen directamente en los acontecimientos de la historia).
La vida de los astronautas en la Descubrimiento es llevada bajo un régimen de rutina, pues han de mantener el orden del viaje para que la misión salga a la perfección. Ante esto, se nota el poco contacto humano como tal de ambos astronautas.
Frank Poole es un hombre de edad mayor. No hay muchas descripciones que permitan determinar su personalidad. Lo más notable es la escena, momento más avanzado en la misión, en la que recibe un mensaje transmitido desde la Tierra, en el cual se menciona un posible fallo de Hal. Poole mantiene un carácter inexpresivo ante esto, y como buen astronauta, pensó fríamente la forma de solventar el problema. Pero al final termina a la deriva en el espacio, situación que se explicará más adelante.
Hal 9000 es el programa de computadora más avanzado que el ser humano ha creado a lo largo de la historia. Es una súper máquina capaz de hacer múltiples cálculos matemáticos en poco tiempo. Su programación está realizada de una forma que pareciera ser casi humano, sobre todo por su forma de comunicarse con las personas. Incluso se menciona que Hal está en la capacidad de realizar todas las funciones mecánicas de un cerebro humano. He aquí el primer paso de un ser con inteligencia artificial, uno de los mayores y más esperados logros de la raza humana, sobre todo por la importante afirmación de que Hal es un ser consciente, es decir, tiene consciencia de lo que es, de sus funciones y de lo que es capaz de lograr.
Tal como lo describe Bowman, Hal es el sistema nervioso de la nave espacial, pues es quien lleva el control de la misión, y maneja los elementos de supervivencia de los pasajeros humanos a bordo, además de que es él quien mantiene comunicación constante con la Tierra.
Lo que más llama la atención es la evolución que tiene Hal en su “personalidad” a medida que la misión va avanzando. Ante esto, cabe aclarar que la misión de exploración de la Descubrimiento no es la verdadera misión. La verdadera intención del viaje era buscar el posible receptor de la señal enviada por el monolito de la Luna dos años atrás, y el único que lo sabía (aparte de los personajes que estaban en hibernación) era Hal, y tenía órdenes específicas de no comentar nada con los astronautas a bordo.
En un determinado momento, las formas de operación de Hal se van deformando: ya no responde a las órdenes de los astronautas, sus contestaciones verbales toman más tiempo de lo normal, y discute las decisiones de David Bowman. Es como si Hal comenzara a tener un pensamiento propio, acompañado por un desarrollo elevado de consideración propia de tomar las decisiones relacionadas con la misión y con los pasajeros de la Descubrimiento.
Una escena alarmante es cuando Hal manda al espacio el cuerpo inconsciente de Frank Poole cuando éste estaba arreglando la antena que mantenía el vínculo de comunicación de la nave con la Tierra.
Esto se da debido a la creciente tensión de Hal sobre su tarea de ocultar la verdad a dos personas con las que constantemente tiene contacto, lo que hace que el terror lo invada, llevándole a cometer dos actos que podrían denotarse como “irracionales”, pero que, al analizarse un poco más a fondo, resultan reacciones similares a las que hubiera tomado un ser humano común en una situación parecida. La primera es la ya mencionada acción de abandonar a Poole en el espacio. La segunda fue la causante de la primera, la cual fue cortar todo contacto con las personas de la Tierra que le ordenaron ocultar la verdad.
Los pensamientos de Bowman ante esta realidad era que Hal había desarrollado una personalidad homicida, pensamiento que se acentúa luego de que Hal asesinó a su vez a los miembros de la tripulación que se hallaban en estado de hibernación. Este hecho se ve reforzado cuando la línea de pensamiento de Hal le llevó a la conclusión de que él podía llevar la misión adelante perfectamente sin la ayuda del resto, lo que le guía a recapacitar la posibilidad de deshacerse de la molestia que representan los humanos.
La personalidad casi humana de Hal tiene nuevamente evidencia durante su desconexión “cerebral” por parte de Bowman, cuando le advierte al astronauta que si seguía con eso, su mente se tornaría “infantil”. Aquí se puede notar un ligero tono de miedo en la voz de la computadora, pues como bien se describe anteriormente, Hal no necesita dormir para continuar con su funcionamiento, y su desconexión le era equivalente a la muerte, sin el conocimiento de que puede volver a ser conectado, es decir, que tiene la posibilidad de volver a despertar.
David Bowman es un hombre que demuestra tener una personalidad firme. Como buen astronauta, mantiene la mente fría y lógica ante situaciones extremas. Una cadena de hechos se detona cuando Hal “asesina” a Poole. Bowman ha de buscar la manera de desconectar la súper computadora sin que ésta se entere. Pero un nuevo problema se presenta cuando Hal asesina al resto de la tripulación, situación de la cual Bowman logró salvarse por poco. Ante la desconexión de Hal, Bowman es el único ser viviente que queda en la nave, con la intención de continuar con la misión.
Aquí entra lo que sería el elemento más importante de la historia, vinculado estrechamente con lo todo lo que implica el viaje: el espacio, palabra que tiene como sinónimo la expresión de “el vacío”, “la nada”. Es un lugar donde el silencio predomina, donde ningún sonido se puede transmitir debido a la falta de atmósfera. Un lugar donde ninguna voz, ni siquiera la humana, podrá comunicarse jamás, ni siquiera para pedir auxilio en caso necesario.
El espacio, a pesar del sol, las estrellas y los planetas, es una zona oscura, expansiva y fría, asociada fuertemente al sentimiento de soledad y lejanía del hogar. Estar en él es adentrarse a lo desconocido, a lo misterioso, a la posibilidad de encontrarse con lo menos pensado. Es como la zona en donde la mente humana puede enfrentarse a hechos que sólo en su imaginación ha percibido. Incluso puede encontrarse con cosas que desafíen esa imaginación. Con todo esto, queda claro que estar en el espacio lleva a varias premisas, entre las cuales está adentrarse a un mundo nuevo, abandonar el hogar, la familia, los amigos y todo lo conocido, ir a un viaje del cual posiblemente nunca se pueda regresar, emprender un camino donde posiblemente, por no decir lo más probable, es que termine en la muerte.
Una vez que Bowman queda solo en la Descubrimiento, entra nuevamente el elemento de supervivencia que se comentó al inicio: David tenía que tratar de mantenerse con vida luego de todos los problemas que abarcó Hal en cuanto a daños a la nave, pérdida de reservas de oxígeno y de alimento. Nuevamente, entra el elemento de la rutina, con el cual Bowman puede asegurarse, en cierto modo, un control en su persona, evitando así la desesperación y la posible locura que la soledad puede causar en las personas.
Al llegar a las lunas de Saturno, la admiración por lo desconocido se acentúa, sobre todo en alguien como Bowman, pues al ser astronauta, se indica que es una persona que busca el misterio, que se maravilla con él, y que eso es lo que desea encontrar en su viaje, pues la maravilla de lo nuevo compensa el peligro de la trayectoria. Es aquí cuando David tiene conciencia de que su viaje a llegado a su fin, y que no hay vuelta atrás.
La siguiente escena de importancia es cuando Bowman se enfrenta al monolito de la luna saturniana Japeto. Transmitiendo mensajes a la Tierra sobre sus observaciones, David termina con una frase de admiración que tuvo trascendencia en toda la historia: “¡Oh, Dios mío… está lleno de estrellas!”.
El monolito resultó ser la “Puerta de las Estrellas”, la cual transportó a Bowman a otros extremos del universo, donde fue recibido en un ambiente conocido para él, con la intención de infundirle calma. Ante este espécimen diferente, se puede notar nuevamente la presencia de inteligencias superiores que experimentan con este organismo, utilizando nuevamente un monolito como herramienta de exploración. Bowman tiene consciencia de que está siendo examinado por seres superiores, y su principal sentimiento es el de no defraudarlos, demostrar que él si vale la pena, que puede llegar a ser un ente inteligente, aunque sea en menor grado. Y pareciera que David pasó la prueba, pues le fue permitido avanzar a nuevos niveles de evolución como ser, fundiéndose con la existencia del universo, llegando a perder su corporalidad para convertirse en un ente abstracto, de pensamiento, de luz. Bowman, posiblemente, ha podido alcanzar la capacidad máxima y más pura de evolución que un ser humano pueda llegar a obtener jamás.
Era un ser esencialmente pensante, sin las molestias que implica estar encerrado en un cuerpo (como tener hambre o tener frío). Un ser que es capaz de tener todo el conocimiento existente, debido a que tiene la posibilidad de viajar a todos los extremos del universo, además de poseer todo el Tiempo del universo, ya que es un ser inmortal. Y tiene consciencia de su superioridad, siendo bautizado como “el hijo de las estrellas”, una criatura que es del universo, pertenece a él y en él reside y residirá por toda la eternidad. Se puede agregar que, durante su “evolución”, David Bowman estaba experimentando un gran miedo por lo que le depararía el futuro. Y esto es algo completamente normal, después de todo, pareciera estar “programado” en todo ser humano el miedo a lo desconocido. Pero lo que se podría razonar de esta situación es el miedo que se tiene de ir más allá, de convertirnos en algo más avanzado de lo que somos, porque nunca sabremos cómo terminaremos, qué tanto cambiaremos, y si alguna vez volveríamos a tener contacto con lo que nos es tan conocido, todo lo que nos tranquiliza porque ha formado parte de nosotros, ya sea el aspecto físico, la materialidad que nos rodea, e incluso la misma forma de pensar.
“2001: Una Odisea Espacial” abarca temas de gran importancia. Primero está la demostración del avance tecnológico y veloz de la sociedad humana, tanto así que lograron expandirse por el espacio, e incluso vivir en otros planetas, expandiendo la raza humana por el territorio del Sistema Solar.
Otro tema de gran importancia es el viaje por el espacio, las dificultades que conlleva sobrevivir por grandes períodos de tiempo (meses e incluso años). La actitud de los viajeros espaciales ante situaciones extremas y problemas sorpresivos, momentos cuando, según su entrenamiento, han de mantener la calma, pensar fría y lógicamente, y solucionar los inconvenientes de forma rápida y eficaz para evitar que vuelva a ocurrir.
También se incluye la existencia de una máquina que tiene la capacidad de pensar como un ser humano, y que bajo situaciones determinadas, pudo llegar a desarrollar una personalidad que no le fue programada, cosa que lleva a pensar que tuvo una especie de transformación radical, llegando a parecer casi un ser humano más. Y por supuesto, el tema que podría considerarse más importante: la evolución humana, relacionado estrechamente con la posible existencia de seres superiores, o incluso de un Dios.
Se plantea que los seres humanos son experimentos realizados por una civilización de razas de al menos tres millones de años más desarrolladas que los humanos. Esto trae un conflicto de la existencia de Dios, pues se niega completamente al decir que la aparición de vida en la Tierra y su desarrollo estuvo en manos de esta raza superior. Se le llama “Odisea”, porque es un viaje que tiene gran relevancia en un personaje en específico, en este caso el astronauta David Bowman, quien es el primer ente humano en sufrir el proceso de evolución que le indicaba, llegando a trascender a tal grado que llega a ser uno con todo el Universo que le rodea, transformándose en un ser más puro (porque es un ente de pensamiento, de luz, por así decirlo), inmaterial e inmortal.
La forma de redacción que lleva la historia es bastante descriptiva, sobre todo cuando se está hablando de los objetos existentes en el espacio, como los planetas, las lunas y las estrellas. Esto le da al lector una imagen clara de lo vasto pero hermoso que es el universo, según las palabras del autor. También es bastante descriptivo con las ejecuciones profesionales de los personajes, como por ejemplo cuando Poole está revisando el dispositivo de transmisión de la antena que apunta a la Tierra; se explica paso a paso lo que el personaje está llevando a cabo, el porqué de esa tarea, incluyendo los pensamientos del mismo personaje.
La idea planteada por el autor al principio, de que más allá de lo que conocemos de nuestro pequeño Sistema Solar, hay millones de estrellas que, seguramente, guardan vida en su seno. Pero, “¿por qué no han acontecido ya tales encuentros, puesto que nosotros mismos estamos a punto de aventurarnos en el espacio?". Menciona Clarke que, en algún momento de la historia, este encuentro entre especies dispersas en el universo llegue a darse. Hoy en día es como si se estuviera hablando de un futuro pretérito, un futuro que nunca fue, pues el año 2001 vino y se fue, sin los grandes avances y logros que Clarke mencionó en su odisea.
Aunque lo que más llamaría la atención de lo que menciona el autor es su afirmación de que “por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo”, denotando que cada alma humana (por así decirlo) que no esté en la Tierra como ente corporal, se halla como ente de luz en el espacio, con su pensamiento fundido con ese vacío oscuro y silencioso. Es como si se diera una especie de esperanza de que el hombre, sea como sea, logrará ser eterno, teniendo como finalidad ser uno con el universo que le otorgó existencia.
(Análisis de la obra literaria "2001: Odisea Espacial", de Arthur C. Clarke)
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